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Puedes encontrar una gran variedad de descripciones que intentan explicar qué es la doma. Una de las más frecuentes, y que menos me gustan, es la de someter la voluntad de un caballo para que haga lo que quien lo monta quiere, cuando quiere y como quiere.
Cualquier acción que implique el sometimiento de una voluntad va a producir malos o muy mediocres resultados. ¿No te parece mejor hacer que el caballo quiera hacer lo mismo que tú y disfrute haciéndolo?
Los beneficios que la doma ha proporcionado a los caballos
¿Perdón? ¿El hecho de domarlos puede haber beneficiado a los caballos de algún modo?
Cuando la única relación entre las dos especies era la de depredador y presa, a los caballos no les iba nada bien. Los hombres veían al caballo únicamente como comida. Y el modo de cazar caballos en la antigüedad era de lo más salvaje que puedas imaginar. Al parecer, el método más efectivo era despeñar toda una manada en huida por un acantilado. Tras acabar con la vida de prácticamente todos los individuos, los humanos elegían el ejemplar para comer esa semana.
Por fin, alguien se dio cuenta de que al caballo se le podía sacar mucho más partido como socio que como comida. Montado sobre un caballo se podía ir más rápido y recorrer distancias mucho más largas y en menos tiempo que a pie.
Pero para conseguir esa relación, había que convencer a la presa de que ahora el depredador despiadado no quería hacerle ningún daño.
Y surgió la doma. Y funcionó.
Tras aceptar la doma, al caballo le ha ido mucho mejor como especie. De otro modo, hoy en día probablemente estarían extintos, o en proceso de extinción, y sólo podría vérseles, si acaso, en los zoos.
Aceptar la doma ha beneficiado al caballo como especie y, muy probablemente, ha evitado su extinción.
Dos tipos de doma
No pienses en la doma únicamente como la parte en la que se desbrava un potro. En realidad, esa fase es común para cualquier tipo particular de enseñanza que se pretenda dar a un caballo.
Básicamente hay dos motivos por los que alguien quisiera domar a un caballo. O por razones de trabajo o por razones lúdicas. Es decir, o bien necesitamos que el caballo nos ayude en el desempeño de una tarea o, simplemente, requerimos un caballo que nos ayude a llenar nuestro tiempo libre con una actividad lúdica.
La doma de trabajo
Ciertamente, cualquier actividad en la que la participación del caballo es esencial para el desempeño de una labor es doma de trabajo. Una de las primeras funciones en las que podemos pensar es en el trabajo con el ganado. En este sentido, las dos primeras domas específicas que nos vienen a la mente son:
- La doma vaquera española, especializada en el manejo de ganado bravo.
- La monta western americana, cuya finalidad es manejar ganado manso en grandes extensiones.
Prácticamente, en cada lugar donde haya una fuerte tradición ganadera, existe una doma especializada para esa actividad.
Sin embargo, y a pesar de que en la actualidad ya está totalmente en desuso, la gran utilidad que han tenido los caballos a lo largo de la historia ha sido en el campo militar. Sin caballos no habrían existido los imperios ni las conquistas que han moldeado al Mundo.
Una de las características fundamentales de las domas de trabajo es que el caballo se maneja con una sola mano porque la otra tiene que quedar libre para usar una herramienta. En uso militar, esa mano libre manejará un arma, en Doma Vaquera, probablemente una garrocha y en Monta Western un lazo.
El cutting es una especialidad de la Monta Western en la que el cowboy tiene que apartar a un ejemplar específico de una manada.
Si el lazo es un elemento fundamental en América para capturar ganado que huye, imagina que poco adecuado sería usarlo para ganado que embiste. En este vídeo puedes ver a Alejandro Barrionuevo ejecutando unos ejercicios con garrocha.
La doma lúdica
A pesar de que igualmente desempeña una labor, cuando el uso del caballo es para actividades deportivas o recreativas podemos hablar de doma lúdica.
Jugar al Polo, practicar la Doma Clásica, el Salto o, simplemente, dar paseos por el campo, son actividades que necesitan una doma específica que nada tiene que ver, por ejemplo, con la de un caballo militar o el caballo de un cowboy apartando ganado para vacunar o marcar.
Comparado con los miles de años que el caballo ha estado ayudando a los humanos en el trabajo, la doma lúdica es algo que ha surgido en los últimos cinco minutos.
El Grand Prix es la prueba más alta de la Doma Clásica. El objeto de esta especialidad es la perfección estética en el desarrollo de ejercicios. Ambas manos están ocupadas en el manejo del caballo.
Los cimientos de la doma
Está claro, pues, que en función de para qué quieras un caballo, éste deberá tener una doma particular.
No obstante, hay una serie de elementos que son comunes con independencia de la labor concreta que tenga que desempeñar el caballo.
Vaya el caballo a ser montado o enganchado para el arrastre de un vehículo, éste deberá avanzar, retroceder, detenerse y cambiar de dirección a voluntad de quien lo maneje.
Esta fase temprana de la doma es la que se les enseña a los potros a partir del desbrave. Un potro –o caballo en estado silvestre- está desbravado cuando te permite subir a su lomo y avanza, retrocede, gira a derecha y a izquierda y, sobre todo, se detiene cuando tú se lo pides. Todo ello de forma consistente, sean cuales sean las condiciones del entorno. No tiene ninguna utilidad un caballo que a la mínima se asusta y huye a toda velocidad contigo encima.
Por tanto, el objeto de la doma es enseñar al caballo a responder a los requerimientos de quien lo maneja de forma fiable. Pero igual de importante es que haya aprendido a responder a los fenómenos que normalmente lo asustarían con curiosidad o indiferencia, en lugar de salir disparado en cualquier dirección -normalmente la contraria a la que te dirigías-.
Y es que esto está marcado a fuego en su instinto de supervivencia: “En caso de duda, sal corriendo a toda velocidad y si acaso más tarde te preguntas por qué huías”.
Cuando has conseguido un caballo fiable, es cuando puedes comenzar con la doma específica para la actividad que quieres realizar con él.
La Doma Natural
Efectivamente, este tema merece un artículo específico. Pero permíteme que en este momento, mientras hablamos de la Doma desde un punto de vista genérico, te exprese mi firme opinión de que la Doma Natural no existe.
Y es que domar a un caballo, lo hagas como lo hagas, no es natural. Lo natural es que el caballo corra libre por las praderas, expuesto a cualquier peligro, y muera muy joven víctima de una infección provocada por cualquier herida, un cólico, una sequía, o comido por un depredador.
Lo que sí hay es un modo razonado –o racional- de domar a un caballo.
Estarás de acuerdo en que si el objetivo que pretendes es obtener un caballo fiable, lo mejor es convencerle de que él también quiere hacer lo mismo que tú. No lo va a hacer por obligación sino porque se lo pasa bien haciéndolo.
Domar no es un acto natural. Sin embargo, se puede domar bien o mal.
A lo largo de la historia cada persona que se ha enfrentado a la necesidad de domar a un caballo lo hacía del modo que mejor le parecía o como le habían enseñado. Y había un factor que era muy importante, el tiempo. Había que domar al caballo en el menor tiempo posible para comenzar a sacarle rendimiento cuanto antes.
A título de ejemplo te diré que en la segunda mitad del Siglo XIX, cuando se producían esos enormes traslados de ganado desde Texas hacia el norte, los cowboys, junto al rebaño de vacuno, llevaban una manda de caballos salvajes a los que iban domando durante el camino, conforme los iban necesitando.
Premio sí, castigo no.
No importa qué tipo de doma quieras darle a tu caballo, lo más importante es que responda de buen grado.
¿Se puede conseguir eso? Sin duda. Y quienes son capaces de hacerlo consiguen los mejores ejemplares.
La fusta, el látigo, las correas, las impedimentas, todo ello son objetos de tortura que hay que eliminar de la ecuación. La doma jamás debe producir dolor en el caballo. Nunca.
Es imprescindible que encuentres un modo efectivo de hablar con tu caballo. Te tiene que entender. Tienes que conseguir que el caballo piense “Ah, era eso lo que querías, haberlo dicho antes, caramba”. Cuando el caballo te entienda, lo más probable es que de buen grado te dé lo que le pides, siempre que se lo pidas con amabilidad y buen rollo.
Por tanto, olvida el castigo. Ni es amable ni de buen rollo.
Piensa en esto, cuando domas a un caballo le estás enseñando a hacer cosas. Y cuando enseñas a alguien, quien sea, lo haces porque no sabe hacer eso. Y cuando alguien no sabe hacer algo lo normal es que se equivoque y lo haga mal.
Si sientas a un niño ante un piano, ¿acaso esperas que toque la Sinfonía nº1 en mi bemol de Mozart, a pesar de que éste la compuso con sólo ocho años de edad? No. Lo normal es que el niño, como mucho, aporree el piano sin sentido.
Nadie aprende con castigos. Se aprende cuando se entiende la lección y cuando alguien te dice, “fantástico, lo has hecho genial, era justo eso” y te felicita. Pero no se lo digas al caballo con tus palabras. Díselo de un modo que él entienda.
Nadie aprende con el castigo, pero la recompensa sube la autoestima e incrementa el interés.
La práctica
No es posible hacer nada bien sin practicar. O, dicho de otro modo, cuanto más practicas, mejor lo haces.
Para un caballo la práctica es fundamental. Porque para conseguir un excelente caballo, para cualquier especialidad, es necesario que responda sin pensar, de forma correcta e instantánea. Esto solo se puede conseguir con la práctica.
¿Cuántas veces hay que repetir un ejercicio para que el caballo responda de forma consistente a ese requerimiento? Depende del ejercicio, pero como mínimo, miles de veces. Sí, he dicho miles.
Desbravar un potro es algo que puede hacerse en pocas horas. Yo tardé tres horas en montar a Ebro y conseguir que avanzara, retrocediera, parara y girara a derecha e izquierda. Ah, y podía montar y desmontar por cualquier lado.
¡Ooohhh! ¡Sólo tres horas!
Sí, pero al día siguiente había que volver a repetirlo prácticamente todo desde el principio.
En cualquier caso, esa fase de la doma, si está bien hecha, es bastante rápida. Por eso los cowboys podían domar a los caballos de camino al mercado.
Pero cuando enseñamos ejercicios específicos es cuando la práctica es fundamental.
Para ilustrar lo que digo, permíteme que te dé un ejemplo, la Parada a raya.t
La Parada a raya
La parada a raya es un ejercicio espectacular de la doma vaquera y la doma western. Los americanos lo llaman parar al caballo sentándose en los bolsillos.
El objetivo es parar a un caballo en seco, desde el galope y sin tocarle la boca, sólo modificando el asiento.
Lo que haces es echar el cuerpo un poco atrás y mover la cadera hacia adelante, con un movimiento en el que parece que te quieres sentar sobre los bolsillos traseros de tu pantalón. Al hacerlo, el caballo mete sus pies hacia adelante, baja la grupa y es como si le hubieras puesto el freno de mano a un coche que bloquea las ruedas traseras.
Te prometo que si lanzas a tu caballo al galope y te sientas sobre los bolsillos, tu caballo seguirá galopando como si tal cosa.
Prueba esto. Al paso, tras dos o tres trancos, siéntate sobre los bolsillos y tira suavemente de las dos riendas a la vez –suavemente-. En el momento que se pare –si se para- suelta instantáneamente las riendas y acarícialo. También puedes decirle cosas bonitas. Te sentarán mejor a ti que a él.
Repite.
Intenta hacerlo sin tocar las riendas
Repite.
Deja las riendas en paz.
Y repite.
Cuando lo haga de forma consistente, empieza de cero todo el proceso al trote.
Cuando lo haga perfectamente, vuelve a empezar, esta vez al galope.
Y practica. Practica más y vuelve a practicar.
Si consigues la parada a raya tirando de las riendas, no has entendido nada.
En este vídeo puedes ver un excelente ejercicio de Parada a raya en los Juegos Ecuestres Mundiales de 2014, en Francia. Observa las riendas, completamente sin tensión. Tras la parada, el caballo pivota sobre uno de sus pies y cambia de dirección.
¿Cuándo finaliza el proceso de doma?
Si nos referimos a una sesión en la que estás enseñando un ejercicio concreto, ésta debe acabar cuando notes que el caballo pierde interés. Unas veces durará más y otras menos, pero necesitas que el caballo te preste la máxima atención o en lugar de avanzar perderás el camino recorrido.
Con todo, el proceso de la doma no acaba nunca. Siempre encontrarás algo que mejorar. Afortunadamente, con la suficiente práctica puedes llegar a un nivel muy alto, si le dedicas suficientes horas.
Por desgracia, montar un rato los domingos por la mañana es claramente insuficiente para obtener un caballo con un buen nivel de doma. Aunque depende de tu nivel de exigencia, claro.
Como punto de referencia, si puedes cruzar la pista con un ejercicio de cesión a la pierna en un claro movimiento lateral, a los dos lados y con una ayuda prácticamente imperceptible, entonces tu caballo tiene un excelente nivel de doma en cesión a la pierna.
¿Qué más cosas quieres enseñarle?
Pide ayuda
Tratar con caballos no es una broma. El proceso de doma puede ser muy peligroso si no sabes lo que haces. Así que pide ayuda a un profesional.
Puedes aprender, claro que sí, pero no hagas nada hasta que no tengas la completa seguridad de que puedes hacerlo sin riesgos, ni para ti ni para el caballo, y de un modo efectivo.
Yo empecé a aprender cuando era un niño, convirtiéndome en la sombra de Don Emilio, un señor que llevaba a los caballos a clase y les enseñaba Alta Escuela. A mí la Alta Escuela no me ha interesado demasiado, pero el proceso de enseñar sí que me interesaba.
Cuando está bien hecho, el proceso de la doma te proporcionará tanto a ti como a tu caballo muy buenos momentos y os unirá muchísimo. Recuerda, no le hagas daño nunca. No lo castigues aunque no te de lo que le pides. Ten mucha paciencia, se consistente –pide una respuesta específica exactamente del mismo modo una y otra vez-.
Y antes que nada, aprende a hablar con tu caballo o no te entenderá.
Xavi Barrera
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